Jueves, 27 de febrero, a las 20 horas, en Juan XXIII

Por equipo de redacción Salesianos Alcoy

Señor, al comenzar esta Cuaresma

Te pedimos que nos des un corazón puro,

Una gran paz interior,

Una gran claridad sobre el gran horizonte

Que se nos abre en este tiempo santo,

Sobre lo que tú quieres que vivamos en nuestras familias,

En nuestras comunidades, en nuestras parroquias.

Tú estás oculto en medio de nosotros haciendo tu obra,

Aún allí donde hay indiferencia,

En esta civilización que camina velozmente,

En la que todo es de afán y nos somete a situaciones de tensión.

Señor, que podamos tener una mirada pacífica y profunda

Sobre lo que tenemos que hacer en estos días

Y haz que todos podamos ver tu rostro

En todas las situaciones complejas y difíciles

De nuestra historia personal y nacional.

Te agradecemos, Señor, porque ahora tenemos la oportunidad

De encontrarnos contigo en la calma de la oración,

En el sacrificio del silencio,

En la humildad de la adoración.

Que podamos dilatar nuestro corazón

De manera que podamos recibir los dones de la Cuaresma.

Y si no somos capaces de hacerlo por nosotros mismos,

Hazlo tú Señor:

Ábrenos a la voz y a la acción purificadora

De tu Espíritu que nos llama a la conversión,

De manera que podamos entrar una vez más

En ese camino de transformación cristiana,

Interior, actual, discreta, sencilla,

Que se expresa en cada signo de la Cuaresma.

Te pedimos de manera especial

Que podamos comprender tus hermosas palabras

Del primer día de la Cuaresma,

El que marcamos con el signo de la ceniza,

Cuando tú nos dijiste que tu Padre conoce lo secreto.

Este secreto nuestro que no es más que la rutina de lo cotidiano,

Rutina que banaliza las cosas importantes,

Que tapa los momentos heroicos de la vida,

Pero que por otra parte contiene la clave de la santidad humilde,

En la jornada de trabajo que estamos a punto de comenzar,

En la vida comunitaria que nos sostiene,

Así como en la vida familiar donde vivimos tantas alegrías y tantas pruebas,

También en la vida de la parroquia, tan importante para nuestra vida cristiana;

Y aún en el día de descanso,

Que ojalá tengamos la oportunidad de disfrutar.

Sí Jesús, pero también más allá

O más adentro de los aspectos ruidosos

Que nos envuelven en cada jornada,

Está el secreto de lo oculto cotidiano,

En el cual habita el Padre.

Qué hermoso, Señor,

Poder descubrir la presencia del Padre

En lo más profundo de nuestro ser,

Así como la descubrió María en su hermoso silencio orante,

Así como la conoció Pablo de Tarso en su largo silencio en Damasco,

Al inicio de su itinerario de conversión,

Así como la descubriste Tú en el silencio

De tus cuarenta días en el desierto,

Cuando nos enseñaste a vivir la escuela de la Cuaresma.

Eso es lo que nos invitas a vivir ahora contigo, Señor,

Caminando detrás de ti,

Apropiándonos de nuestra propia Cruz

Con la mirada puesta en la tuya.

Es así como deseas que conozcamos

El rostro bendito de tu Padre que está en lo secreto,

Este Padre que, sabiendo nuestros secretos, nos resucitará.