Con el Papa Francisco

Por Mateo González (SDB)

La preparación

Ya están circulando por la red las primeras fotos de aquellos que ya han puesto rumbo hacia algunos países centroamericanos para participar en la Jornada Mundial de Juventud. Aunque el contador de la web oficial dice que todavía queda una semana y el papa Francisco no llegará hasta el país del canal hasta el miércoles 23 de enero, la experiencia ya está en marcha.

En esta ocasión, estos días previos de los llamados “Días en la Diócesis” van más allá de las 6 diócesis, la prelatura y el vicariato que componen la Conferencia Episcopal Panameña. La Iglesia centroamericana, con sus múltiples dificultades como las de la Iglesia nicaragüense que no ha podido garantizar la seguridad de los jóvenes peregrinos, se está volcando para dar a conocer desde su sencillez la tarea pastoral de esta discreta zona.

Esta JMJ en un lugar y unas fechas poco previsibles para quienes siguen habitualmente esta citas juveniles pondrá de manifiesto, aunque sea por unas semanas, la Iglesia que vive en las periferias y que ha vivido tratando de ser puente entre Oriente y Occidente, entre el Norte y el Sur. Un encuentro, según el papa Francisco en su último videomensaje para mostrar a la Iglesia la fuerza de los jóvenes: “La fuerza de todos ustedes, la que puede cambiar el mundo; esta es la revolución que puede desbaratar los grandes poderes de este mundo: la ‘revolución’ del servicio”.

El sínodo

Más allá de la agenda del papa Francisco fuera de la propia JMJ, será una oportunidad para descubrir el impulso del sínodo de los jóvenes sobre el protagonismo juvenil en la Iglesia. A la espera de la exhortación apostólica que nos llegará en unos meses, más allá de las polémicas internas sobre la sinodalidad, la JMJ es el mejor escenario para plantear la pastoral que necesitan los jóvenes de hoy.

El documento final del sínodo se toma muy en serio la tarea del acompañamiento que la comunidad eclesial tiene para los más jóvenes, especialmente por su testimonio. “Hoy más que nunca existe la necesidad de líderes espirituales, padres y madres con una profunda experiencia de fe y de la humanidad y no sólo intelectualmente preparado. El Sínodo espera que tenga lugar un descubrimiento en esta áreatambién el gran generador de recursos de la vida consagrada, especialmente de las mujeres, y laicos, adultos y jóvenes, bien formados”, dicen las conclusiones. No podemos fallar en este redescubrimiento.

Una periferia central

Por mucho que haya quien busque a un Papa que se enrede hablando a los medios de los casos de pederastia o quien ningunee las claves pastorales que se escenifican en esta cita; la Iglesia no puede dejar de lado su problema de desconexión con los jóvenes. La pastoral juvenil no es solo una excusa para mantener itinerarios catequéticos del pasado, es una urgencia eclesial de primer orden porque condiciona el futuro del cristianismo –sociológica y existencialmente hablando–.

Puede que esta JMJ de formato periférico nos ayude a redescubrirlo.