Por José Miguel Burgui (SDB).
Lecturas refrescantes para jóvenes en tiempo de verano.
En mi ciudad de Alcoy se montó un gran concurso de pinturas sobre la naturaleza.
Se presentaron muchos cuadros a todo color y de diversos autores, cada uno debía llevar debajo y fuera del cuadro el lema del contenido que según el autor quería expresar.
Cientos de personas pasaron y disfrutaron de esta exposición y a la salida, quien lo deseara, podía echar en una urna su voto que consistía en poner únicamente el lema que el autor había colocado debajo del mismo.
Quien obtuviera el mejor resultado sería el ganador y se le concedería como premio 2.000 €, un diploma de reconocimiento y que apareciera en los medios de comunicación del lugar, en el periódico “El Nostre” y la radio local.
Se presentaron preciosas piezas con curiosos e interesantes lemas. Describimos alguna.
Una, cuyo lema era “aguas tranquilas”, era un precioso lago, en el que, como en un espejo, se dibujaban las bravas montañas nevadas que le rodeaban. Otro: rocas y rocas, su lema “catarata”, ya que por las mismas descendía una gigantesca catarata de aguas bellas y transparentes.
En una tercera vemos un bellísimo prado lleno de flores blancas, titulado: “margaritas”.
Vemos en una cuarta cuyo lema era “la paz”, que todo el cuadro mostraba encumbradas montañas y sobre ellas un cielo furioso sobre el que caían relámpagos y rayos con oscuros nubarrones y llenando la escena un fuerte aguacero, y en una roca, en primer plano, salía de la misma un pequeño arbusto y en él un nido, dentro del cual se encontraba un pacífico pajarito con el pico abierto, como lanzando un límpido trino, este detalle resaltaba en color y luz, a los mismos relámpagos y rayos, que el autor, de este modo, quiso resaltar.
Y así hasta treinta piezas de pintura sobre la naturaleza.
Al finalizar el último día de la exposición, se recontaron los votos y se llevó el primer premio este cuadro último descrito con su lema “paz”.
El cuadro no expresaba un lugar sin ruidos, lo contrario, en él se dibujaban rayos y relámpagos, pero ahí estaba el pajarito, que con su trino llegaba al alma y al corazón del que lo observaba y gozaba de su colorido y con su canto le inundaba de paz.
Recibió el premio, el aplauso y que apareciera su foto, con la ampliación del nido con el pajarito, también la foto del autor y una breve reseña de su vida en el periódico “El Nostre” de la ciudad, así como en los medios de comunicación y radio de Alcoy.
Jaume, ¡enhorabuena por darnos en el corazón con la flecha de la paz!