Lecturas refrescantes para jóvenes en tiempo de verano.
Por José Miguel Burgui (Salesiano de Don Bosco).
Quiero beber agua de la botella que porto en la mochila, me gusta hacerlo con un vaso y no directamente de la botella; al pasar por la calle, veo a un señor que, en una de las máquinas, a la entrada de un bar, está reponiendo botellas, coca-colas y demás refrescos, en el carrito que porta lleva muchos vasos para también reponerlos en la máquina expendedora, le pido un vasito y no me da uno, sino siete, se lo agradezco de corazón, le digo si le debo algo y me dice que no. ¡Gracias, buen señor por su amabilidad!
Me siento muy próximo al bar en un banco del paseo y ¡Oh sorpresa! en el mismo hay una señora que está intentado beber un café, recién sacado de la máquina y al verme con varios vasitos me pide uno diciéndome que no puede beber el café tan ardiendo. Le doy uno y le digo si desea más, me lo agradece y después de beberme el traguito de agua en mi vaso, me despido de la señora agradecida.
Si te sonríe alguien, devuelve la sonrisa, si te dan el paso, agradéceselo, si te ceden el asiento en el bus, da las gracias, siempre siempre corresponder a los detalles, no solo de urbanidad sino de afecto, gentileza y generosidad.
Y si te ofenden, insultan, son descorteses, ¿qué hacer?
Ser también gentiles y saber devolver bien por mal, tener cortesía por una deslealtad.
No se trata de hacer algo grande, la vida está llena y hecha de pequeños detalles, de cosas pequeñas, mas el saber perdonar y devolver bien por mal es algo grande que se nos pide hacer.
Así nos lo recuerda Jesús en el evangelio de Lucas 6, 29-30. “Quien te da en una mejilla devuélvele la otra”
“Y al que te golpee en la mejilla, preséntale también la otra; o, en otras palabras, es preferible presentar la otra mejilla a injuriar a la vez. Y al que te quite la capa, ni aun la túnica le niegues. Porque es preferible que dejes que tu enemigo te quite estas cosas a que contiendas con él”.
Esto mismo nos lo comunica también el evangelio de Mateo 5, 39-40
No hemos de corresponder mal por mal y así cumplir y seguir la ley del talión del diente por diente y ojo por ojo, sí saber perdonar.
Es fácil, muy fácil devolver bien por bien, no tanto el devolver bien por mal. Necesitamos fortaleza y esa solo nos puede llegar a los que somos débiles del mismo Señor, de ahí que hemos de orar por aquellos que nos persiguen y hacen cualquier daño.