Lecturas refrescantes para jóvenes en tiempo de verano. 

Por José Miguel Burgui (Salesiano de Don Bosco). 

Un día tras otro y caminando por la vida, di un tropezón en un adoquín mal puesto en el pavimento, lo bendije.

Observé y me fijé en hojas secas, esparcidas por el suelo y escuché de la naturaleza, aprendí y lancé estos gritos y deseos al cielo azul.

-Mi primer deseo y grito fue querer ser como el sol, que se levanta temprano y se acuesta pronto.

-Como la luna, deseé brillar en la oscuridad, sin deslumbrar.

-Como los pájaros que comen, cantan, beben y vuelan.

-Deseé ser como las flores, siempre enamoradas del sol, esparciendo perfume y fieles a sus raíces.

-Como la fruta, bella y brillante a los ojos y saludable y sabrosa al paladar.

-Como una fuente cristalina, dando siempre agua fresca al caminante.

-Como una luciérnaga, aunque pequeña emitiendo luz.

-Como el agua, limpia, buena y transparente.

-Como un río que va siempre adelante y no se estanca

-Como una planta perfumada que al rozarla al caminar esparce su perfume.

-Como el cielo que acoge nubes, pájaros, vientos, azules y grises, soles, mañanas y atardeceres.

-Quisiera ser hiedra trepadora para abrazarte como ella se adhiere a la pared.

-Árbol frondoso donde anidara la alondra.

-Fuerte roca como sillar de un bello templo.

-Beso que con el soplo y aliento volara de mis manos y llegara a tu encuentro.

-Carta en tu buzón y que una lágrima al leerla borrara tu amargura.

-Suave música que irrumpa en tu alma, le pusieras un pentagrama con la letra de un “te quiero”

-Aprendí y sigo aprendiendo de la naturaleza que nos rodea y de los tropezones.

Basta abrir los ojos, acariciar las plantas, escuchar los trinos y al viento, gozar del sol, dejarse empapar por la lluvia, recostarse bajo una sombra con hierba y soñar, dejar que tu mente se esponje y acoja un poema que tus labios y corazón, en el reposo y sobre la tierra reciten.

Bajo la fuerte y densa sombra de un castaño soñé.

Tumbado y soñando despierto y observando que las libélulas se lanzaban como dardos entre los juncos y planeaban.

Vi a las golondrinas escribir letras en los cielos y las palomas, con su arrullo, planeaban por lo bajo.

Sin necesidad de dormir, soñaba.