Lecturas refrescantes para jóvenes en tiempo de verano. 

Por José Miguel Burgui (Salesiano de Don Bosco). 

Voy en taxi y el coche de atrás, casi nos da, ya que el que va delante nuestra frena de golpe. El conductor grita, despotrica, insulta al taxista y la respuesta de este amable hombre es una sonrisa.

En cuanto arranca de nuevo, le pregunto: “¿Por qué ha hecho eso de darle como respuesta a su grosería una sonrisa?” Él me respondió: “Se trata del camión de la basura, muchas personas son como él, van llenas de desperdicios, enojos, frustraciones, desalientos…y cuando han acumulado mucha basura necesitan descargarla”.

-“Gracias, muchas gracias querido taxista por la lección vivida”. Pagué y me despedí.

Enseguida pensé si yo era el basurero y luego saqué esta conclusión:

Debo sonreír a los insatisfechos, malhumorados y frustrados, que parece abundan. Debo sonreír a quienes me roban las llaves, la cartera y desearles lo mejor, debo devolverles bien por mal y así vivir el evangelio de Jesús a tope. Me va a costar. Creo que esta es la mejor medicina para cualquier conductor de camión de basura, que todos podemos serlo.

Descargaré mi basura en la confesión de mis males al Señor, y ya lo sé, siempre me va a perdonar. De este modo, no descargaré basuras en las personas.

Seré flor, no basura

No seré basurero de mis males

y sí verteré sonrisas

a quienes desperdicios

y estiércol me echaren.

Difícil es este gesto

de devolver bien por mal;

de cristianos es hacerlo

como el Señor enseñó y así vivió,

dar rosas blancas a cambio de basuras.

El corazón lleno de sinsabores

vuelca siempre malos olores

y el repleto de bienes y flores

da y devuelve perfumes y bienes.

¡Enhorabuena si así eres!