Lecturas refrescantes para jóvenes en tiempo de verano.
Por José Miguel Burgui (Salesiano de Don Bosco).
Un hombre bueno y honrado iba a tomar un puesto de mando en una gran empresa. Este hombre quiso comenzar con buen pie su mandato y decidió pedir consejo a uno de sus mejores amigos de confianza. Se reunió con tal amigo y le suplicó que le diera un consejo que le sirviera para esa etapa de mando que iba a tomar.
Le conocía muy bien, se lo pensó y le recomendó que siempre tuviera mucha, pero que mucha paciencia con todos los que estuvieran bajo su mando.
El amigo Xavi le dijo que lo tendría muy en cuenta y que nunca lo olvidaría.
El amigo consultado le repitió por tres veces la misma recomendación y cada vez, Xavi le prometía que no olvidaría su consejo, pero cuando por cuarta vez le hizo la misma advertencia de que mantuviera siempre y tuviera paciencia, saltó y estalló lleno de rabia y con voz un tanto alta dijo: “¿Crees que soy idiota? ¿un imbécil? Son cuatro veces que me has repetido lo mismo”.
El amigo, simplemente sonrió advirtiéndole de la dificultad que conllevaba la recomendación y el consejo que le había dado y le dijo sonriente: “¿Ves? No es nada fácil ser paciente, lo único que he hecho ha sido repetirte mi consejo más veces de lo que convenía y ya has montado en cólera. Perdona que te lo vuelva a repetir, has de ser paciente, siempre paciente con los ignorantes, pesados, poco trabajadores, egoístas y mandones, con todos siempre paciente. Y gracias por haberme pedido consejo y por haberlo escuchado. Te deseo lo mejor en tu mando con paciencia.
Breve comentario y moraleja.
Escuchó, pero parece que no entendió en la práctica. Nos pasa con frecuencia. Oímos, pero no atendemos o llegamos a comprender hasta que llega la realidad. Decimos entenderlo y a dos pasos caemos en aquello que habíamos dicho que lo comprendíamos perfectamente y que lo tendríamos en cuenta. Hemos de estar alerta y despiertos no sólo al escuchar, sino sobre todo al actuar.
Cuesta ser paciente, se da el deseo de dominar, el cual es un sustituto del amor reprimido o negado; quien no goza del mayor de los placeres, el de ser amado, lo compensa con ejercer el poder. Hay venganza, como no me aman, no me aceptan, entonces controlo, esclavizo, mangoneo y no soy paciente.