Lecturas refrescantes para jóvenes en tiempo de verano. 

Por José Miguel Burgui (SDB). 

Lo vivió muy de cerca un señor que estaba pescando en un río. Vio a un joven que en bañador tomaba el sol y cerca de él se acercó un escorpión, ¿para picarle? ¡No! iba a alimentarse con una libélula que estaba muerta en la charca. En este lugar hay muchos juncos y se ven otras libélulas que juegan con sus vuelos y hermosas alitas posándose en los juncos, también ronda de vez en cuando alguna bella mariposilla de dorados colorines.

En esta paz, silencio y sosiego, el joven ve que el escorpión se puede ahogar con la libélula ya que quiere hacerse a ella y no llega; esto lo ve el joven y el señor; también observa la escena de cómo el joven quiere ayudar al escorpión el pescador y al ver que lo va a tomar con la mano le pega un grito que se llega a escuchar hasta el eco en el barranco: “Cuidado, amigo que te puede picar”. Va a ser entonces cuando el chico toma una caña que tiene cercana y hace que la libélula muerta se acerque al escorpión y con ello ve cómo el insecto escorpión se alimenta del insecto muerto, la libélula.

Buen corazón el del señor que le advierte al inexperto joven y buen corazón el del joven que ayuda al escorpión para alimentarse. A todo esto, el señor se hace con un hermoso pez, lo quita al instante de su anzuelo y lo lanza otra vez al río de donde salió. El joven ve esta acción y entablan entre ambos un interesante diálogo, el joven Xavi le pregunta al pescador por qué le gritó y advirtió; a lo que el señor le responde y explica que de la naturaleza del escorpión es picar y también le pregunta por qué echó otra vez el pez pescado al agua; la respuesta la tuvo rápida y clara:” porque nuestra naturaleza debe ayudar a los seres vivos, no matarlos; por eso te felicito, apreciado joven por tu gesto de ayudar al escorpión para que se alimentara”.

Moraleja

Haz siempre el bien y no mires a quién y que sea de modo gratuito, sin esperar nada a cambio.