Lecturas refrescantes para jóvenes en tiempo de verano. 

Por José Miguel Burgui (Salesiano de Don Bosco). 

Un día el hijo Xavi de 17 años entró a casa dando golpes con los pies contra el suelo y con los puños en la pared, iba muy cabreado. Su padre, al verlo, le llamó la atención y le pidió que se comportara, Xavi le respondió al instante y con muy mal genio:

Padre, te juro, estoy muy rabioso por culpa de mi compañero de clase Pedro, por lo que me ha hecho otros días y sobre todo hoy, le deseo que le parta un rayo cuando haya una tormenta, por lo que me ha hecho”.

Su padre, Luis, lleno de bondad, prudencia y sabiduría, le escuchó con mucha amabilidad y mucha calma a su querido hijo Xavi y Xavi siguió explicándole algo de lo que había sucedido:

El estúpido y cabrito Pedro, me humilló delante de todos mis amigos. No acepto cuanto me dijo e hizo, le deseo lo peor, que caiga enfermo y que nunca venga más al cole, así no lo vería más en mi vida”.

El padre le llevó a Xavi al trastero donde tenía guardado un saco lleno de negro carbón, le pidió que le ayudara a llevarlo al jardín, Xavi le ayudó y al llegar al jardín le hizo la siguiente pregunta:

¿Ves aquella camisa blanca, muy blanca y limpia que está secándose en el tendero? Imagínate que es Pedro y aquí en el saco está lleno de trozos de carbón negruzco, imagínate que cada trozo es uno de tus pensamientos que los vas a dirigir a la camisa, pensando que es Pedro, yo me voy y los vas tirando trozo a trozo y cuando hayas terminado, me avisas y vengo a ver lo sucedido, a ver cómo ha quedado la blanca camisa ¿de acuerdo?”

A Xavi le encantó la idea, así se desahogaría y se burlaría jugando y atacando a Pedro. Y comenzó a tirar los trozos, iba tomando trozo a trozo y con mucha rabia y furia los iba lanzando contra la camisa. Los tenía que tirar desde el sitio en que su padre le había señalado, algo distante; de suerte que, tuviera buena puntería y diera con la camisita blanca. El saco iba quedándose vacío y habían sido pocos los trozos del negro carbón que habían dado en la diana camisa.

Cuando terminó y el saco estaba vacío, avisó al padre, según habían quedado para que viera el resultado.

El padre, al llegar al lugar vio y observó que el saco de carbón estaba vacío y que todos los trozos estaban arrojados y le felicitó y al mismo tiempo le preguntó:

-“Hijo, ¿qué tal te sientes ahora?”

A lo que el hijo respondió:

-“Cansado papá, pero muy alegre, aunsque veo que acerté solo con algún trozo de carbón, pero he disfrutado imaginándome que la camisa era el mismo traidor Pedro, el sinvergüenza, mentiroso y enemigo mío”.

El padre Luis, cuando acabó de hablar, le condujo y lo llevó dentro de casa, y a la entrada había un gran espejo, donde uno se puede ver de cuerpo entero, aquí sucedió el gran descubrimiento; Xavi estaba todo negro, camisa, pantalón, manos, pies y hasta había muchas manchas en el mismo rostro, de suerte que se veían muy abiertos y sorprendidos sus azules ojos.

El padre, al verlo así, asustado y estupefacto le dijo:

Moraleja

“Mira, querido hijo, viste que la camisa quedó sucia, pero poco sucia, no es comparable con la suciedad que tienes en tu cuerpo, estás todo negro. Ten en cuenta apreciado Xavi que el mal que deseamos a los demás se nos devuelve multiplicado a nosotros, queda y permanece y se mete en nuestro corazón. ¿Ves cómo estás? Ten cuidado, hijo, con tus pensamientos, ellos se transforman en palabras, las palabras se hacen hechos y las acciones se convierten en hábitos. De la cabeza se pasa a la boca y de la boca a los hechos.

Repetidos los hechos una y otra vez forman parte del ser de la persona, se hacen hábitos, forman el carácter de la misma persona y así se vive, insatisfecho, triste y lleno de odio. Hay que arrojar todo a la basura y no, contra nadie, un abrazo, apreciado y querido hijo”.