Creación del salesiano José Miguel Burgui.
Por equipo de redacción Colegio Salesianos Juan XXIII de Alcoy.
La estrella verde
Son muchas las estrellitas que brillan en el cielo y tintinean con muy diversos colores como son los verdosos, dorados, blancos brillantes, rojizos y azulados. El cielo estrellado, visto desde la tierra es muy hermoso, cuando sale la luna brilla menos y cuando está oculta uno goza del espectáculo.
Un día, las estrellitas se reunen en constelación y deciden, con permiso de Dios marcharse todas a la tierra donde las adoran, quieren y aman. Desean convivir con los humanos; deciden seguir siendo pequeñitas, como las ven los humanos desde el globo terráqueo. Todas están de acuerdo y una noche hay lluvia de estrellas sobre la tierra entera, las recogen naciones, ciudades, campos, valles y montañas. Espectáculo único donde los humanos quedan admirados al ver esa preciosa lluvia, llena de color; las estrellitas caen en sus campos y en sus manos. Muchas se confunden con las luciérnagas, otras se quedan colgando de algún árbol, de almendros en flor y aunque es primavera, parecen arboles adornados para la navidad, otras se quedan en los altos tejados de las urbes, otras caen en los paseos y muchas caen en las manos de los niños que juegan con ellas.
No pasó mucho tiempo y juntándose de nuevo en constelación, a unos metros de la tierra deciden volverse otra vez al cielo y así lo van haciendo.
Dios, dueño del cielo se pregunta qué pudo suceder para que volvieran tan rápido de nuevo a la capa celeste y de una y otra estrella recibe la misma o similar respuesta: “No quisimos seguir en tierra ya que allí hemos vivido en tan poco tiempo la miseria, odios, guerras, rencores, injusticias, violaciones y violencias; toda clase de males y perversiones es casi imposible hacer una lista, la cual sería interminable, muy larga. También vimos cariño, ternura y amor, pero poco poquito.”
Dios estuvo de acuerdo de su retorno y lo aprueba ya que el sitio de una estrella es el cielo; en la tierra está lo transitorio, es un lugar, no fijo sino de paso, todo allí muere, nada hay definitivo, ninguno es perfecto; en cambio en el cielo es el lugar de lo inmutable, de lo eterno y de la perfección, de ahí la decepción de las queridas estrellitas que bajaron a tierra.
A todo esto, observaron que faltaba una de las estrellitas, la de color verde, la verdosita. ¿Se quedó en tierra? ¿No pudo ascender? ¿Qué sucedió? y una de las estrellas, la de color rosado interviene y comunica: “La estrella verde me comunicó que ella se quedaba entre los humanos por una simple razón, descubrió que la necesitaban, me dijo que ese era su sitio, el sitio de la imperfección, de los limitados, donde las cosas no van nada bien, donde se dan los odios, venganzas y toda clase de males”.
Esa estrellita, la de color verde, se multiplicó y se metió en todos los corazones, es lo que que cada persona necesita en ese mundo inmundo, lo verde, es decir la esperanza, para luchar contra el error, contra lo imperfecto, la que debe ayudar, amar y perdonar; esto es lo que toda persona necesita en este mundo, tener mucha esperanza para luchar contra todo mal.
Moraleja.
Párate, querido lector, métete dentro de tu corazón y mira a ver si tienes esa estrellita verde. Haz que tus ojos se vuelvan también verdosos y queden llenos de esperanza. Que esa estrellita brille y resplandezca en todos tus actos, que sea la estrellita de la esperanza, la que ilumine toda tu vida.
Invocación a María de la Esperanza
Santa María de la Esperanza, mantén el ritmo de nuestra espera.