Lecturas refrescantes para jóvenes en tiempo de verano. 

Por José Miguel Burgui (Salesiano de Don Bosco). 

Atribuida a Anthony de Mello.

Un campesino que regresaba del mercado a altas horas de la noche, descubrió de pronto que no llevaba consigo su libro de oraciones. Se hallaba en medio del bosque y se le había salido una rueda de su carreta y el pobre hombre estaba muy afligido pensando que aquel día no iba poder recitar sus oraciones.

Entonces se le ocurrió orar del siguiente modo:

“He cometido una verdadera estupidez, Señor: he salido de casa esta mañana sin mi libro de oraciones, y tengo tan poca memoria que no soy capaz de recitar sin él una sola oración. De manera que voy a hacer una cosa, recitar cinco veces el alfabeto muy despacio, y tú que conoces todas las oraciones, puedes juntar las letras y formar esas oraciones que yo soy incapaz de recordar.

Y el Señor dijo a sus ángeles:

“De todas las oraciones que he escuchado hoy, ésta ha sido la mejor, porque ha brotado de un corazón sencillo y sincero.”

  1. Breve comentario

Sencillez y sinceridad: dos grandes valores.

Para agradar a Dios, para agradar a una persona van a ser la sinceridad, la transparencia, el que vea la buena intención y la sencillez lo que le guste y no el rebuscar las palabras.

Hemos de decir “sí, sí o no, no” y no pretender justificar nuestras acciones y más cuando éstas no son buenas.

No hacen falta muchas palabras para comunicarse con Dios, como tampoco son necesarias muchas para comunicarnos con las personas.

Lo que sí necesitamos es mucha carga de sinceridad y mucha sencillez en todo lo que digamos.

Que estas sean dos características de nuestro trato con Dios y con las personas, la verdad por delante siempre y la sinceridad y que le acompañe la sencillez.