Lecturas refrescantes para jóvenes en tiempo de verano.
Por José Miguel Burgui (Salesiano de Don Bosco).
Una noche un hombre tuvo un sueño. Soñó que caminaba por la orilla de una playa con el Señor. A través del cielo se alumbraban escenas de su vida. En cada escena veía dos pares de huellas de pies en la arena: un par pertenecía a él y el otro, al Señor.
Cuando la última escena de su vida se alumbró ante él, miró hacia atrás a las huellas en la arena. Notó que, muchas veces, a lo largo del sendero de su vida, había solamente un par de huellas. También notó que esto coincidía con los momentos más tristes y solitarios de su vida.
Esto le molestó y le preguntó al Señor: “Señor, tú dijiste que una vez que yo decidiera seguirte, tú caminarías conmigo todo le camino, pero he notado que, en los momentos más difíciles de mi vida, hay solamente un par de huellas. Yo no comprendo por qué cuando más te he necesitado, me has dejado sólo.”
El Señor le contestó:
“Hijo mío, mi querido hijo, yo te amo y nunca te he dejado. Durante tus momentos de prueba y sufrimiento, cuando tú has visto únicamente un par de huellas era entonces cuando yo más cerca estaba, te llevaba en mis hombros en mi corazón, por eso, las huellas son más profundas.”