Lecturas refrescantes para jóvenes en tiempo de verano.
Por José Miguel Burgui (SDB).
Dos jilgueros estaban muy alegres tomando el fresco sobre el mismo árbol. Se trataba de un chopo. Uno se había posado arriba, en lo más alto de la copa del chopo; el otro, abajo, en la bifurcación de dos ramas.
Después de un rato, el jilguero que estaba arriba, rompiendo el silencio dijo:
-¡Hay que ver! ¡Qué bonito es el verde de estas hojas!
El jilguero que estaba abajo lo tomó como una provocación. Le respondió secamente.
-¡Tú estás ciego! ¿No ves que son blancas?
Y el que estaba arriba, replicó todo picado:
– ¡Tú sí que estás ciego! ¡Son verdes!
Y el otro desde abajo, volviendo el pico amenazador hacia arriba:
-Te juego las plumas de la cola a que las hojas son blancas. Tú no entiendes nada. ¡Eres tonto!
El jilguero de la copa del chopo sintió que le hervía la sangre. Sin pensarlo dos veces se precipitó sobre su adversario para darle una lección. El otro no se movió. Cuando estaban juntos, el uno frente al otro, con las plumas del cuello alborotadas de ira, por pura casualidad se volvieron los dos a mirar hacia arriba, en la misma dirección. El jilguero que venía de lo alto de la copa del chopo emitió un “¡Oh!” lleno de sorpresa.
-Pues llevas razón: ¡Son blancas!
Pero en tono reconciliador, le dijo a su amigo:
-Ven, por favor, ven a la copa donde yo estaba posado antes.
Volvieron a la rama más alta del chopo y dijeron los dos a coro:
-Pues sí que son verdes.
Breve comentario y aclaración
En muchos chopos sucede lo siguiente: que las hojas por el haz son de color verde y por el envés se muestran blancas.
No se trata de vencer y ganar. Lo mejor ante posturas distintas es el diálogo y aclararse.